
Alrededor del mundo, diferentes culturas desarrollan maneras singulares de concebir y vivir la sanación. Lejos de ser solo un proceso físico, curarse involucra dimensiones emocionales, espirituales, sociales y también arquitectónicas. Los espacios de sanación — sean físicos, simbólicos o naturales — reflejan los valores, creencias y modos de vida de cada pueblo. Entender estos enfoques culturales no solo enriquece la comprensión sobre la salud, sino que también invita a repensar cómo diseñar ambientes que acogen el cuidado y el bienestar.
La comprensión de lo que significa "sanar" varía profundamente entre culturas, reflejando cosmovisiones distintas sobre el cuerpo, la salud, la enfermedad y el bienestar. Mientras que la biomedicina occidental tiende a privilegiar un enfoque centrado en la patología y la intervención técnica, muchas tradiciones no occidentales conciben la sanación como un proceso holístico, que involucra dimensiones espirituales, emocionales, comunitarias y ecológicas. Estos diferentes entendimientos no solo moldean prácticas terapéuticas, sino que también influyen directamente en la manera en que los espacios de sanación son concebidos y utilizados.

La arquitectura, en este contexto, se convierte en una extensión material de las visiones culturales de salud: en tradiciones indígenas de las Américas, por ejemplo, los espacios de sanación se organizan en torno a la comunión con la naturaleza y la circularidad ritual; ya en Japón, la estética minimalista y la integración con el entorno natural reflejan la búsqueda del equilibrio interior y la armonía. Entre diferencias y similitudes, el contacto con la naturaleza surge como un vínculo común cuando se trata de sanación, independientemente de la cultura. Este aspecto incorporado en la arquitectura, así como otros que se presentarán a continuación, contribuye a comprender el ambiente no solo como soporte físico, sino como agente activo en los procesos de sanación, sensible a las dimensiones simbólicas y afectivas de la experiencia humana.
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Diseñando cuidados: la importancia de la humanización en los espacios de saludEspacios de Sanación Ancestral: América Latina
Para muchos pueblos originarios de América Latina, la sanación es un proceso colectivo y espiritual, centrado en la reconexión con la naturaleza, con los ancestros y con la comunidad. La enfermedad puede ser vista como un desequilibrio con el mundo natural o como resultado de fuerzas espirituales en desarmonía. La sanación aquí es un reencuentro con lo colectivo, con lo sagrado y con el ecosistema del cual el individuo forma parte. En este contexto, los espacios de sanación son circulares, hechos con materiales naturales y abiertos a la naturaleza, utilizando el fuego y el agua como elementos terapéuticos. En Brasil, las malocas — casas comunitarias indígenas — son también espacios de sanación colectiva. En estas grandes construcciones de madera y paja, la sanación ocurre en círculo, compartiendo palabras, en la presencia de los ancianos y en la escucha del cuerpo y del bosque.

Arquitectura y naturaleza: Japón y Shinrin-yoku
En Japón, influenciado por el sintoísmo y el budismo, la sanación es un proceso de restauración del equilibrio energético y espiritual, a menudo asociado al concepto de ki (energía vital). El cuerpo, la mente y el espíritu no están separados. Sanar es encontrar serenidad en el flujo de la existencia, con esto los espacios promueven la contemplación, la introspección y el respeto por el ciclo natural.

El concepto de Shinrin-yoku, o "baño de bosque", evidencia la importancia del contacto con la naturaleza para restaurar la salud mental y física en la cultura japonesa. Ambientes tranquilos, minimalistas y armonizados con el entorno — como los jardines zen y las casas de té — crean una estética de sanación basada en la contemplación y la simplicidad. Aquí, el silencio y el espacio son partes del remedio. Los Ryokans — posadas tradicionales japonesas — ofrecen baños termales al aire libre (onsen) rodeados por jardines cuidadosamente compuestos. Estos ambientes son planeados con materiales naturales como madera y piedra y buscan conectar lo humano con el entorno natural. Los jardines zen, por su parte, no son solo contemplativos, sino que funcionan como espacios meditativos de sanación, donde la repetición de patrones en la arena y la observación de las piedras y plantas favorecen el silencio interior. La arquitectura japonesa tradicional valora el vacío como parte del espacio — lo que, en términos de sanación, representa apertura, respiro y flujo.

Sanación y comunidad: África Occidental
En la cosmovisión africana, especialmente entre pueblos como los yorubas, ashanti y dogon, la sanación es inseparable de la colectividad, de la ancestralidad y de la espiritualidad. La enfermedad puede representar no solo un mal físico, sino también un desvío ético, espiritual o social. El espacio de sanación, por lo tanto, no es clínico, sino ritualístico, abierto, simbólico, hecho para reunir y movilizar energía. Rituales comunitarios con música, danza y narrativas orales reúnen a las personas en torno al sufrimiento de un individuo. La sanación no es aislada, sino compartida. Con esto, los lugares de sanación son abiertos, permitiendo la circulación de personas, y normalmente posicionados de manera que estén en sintonía con el sol, los vientos y los ciclos naturales. La arquitectura aquí es narrativa: cada forma, cada adorno lleva historias y significados que forman parte del proceso de sanación emocional y espiritual.

Arquitectura sagrada como sanación: India
En la tradición india, especialmente en la filosofía del Ayurveda y del Yoga, la sanación es un proceso de alineación entre los elementos del cuerpo y las fuerzas universales. El ser humano está compuesto por doshas (vata, pitta, kapha), y la salud depende del equilibrio entre ellos. En India, los templos no son solo lugares de adoración, sino también centros de sanación espiritual y física. El propio Ayurveda, sistema médico tradicional, siempre ha considerado el ambiente parte del tratamiento, hospitales ayurvédicos, como el Arya Vaidya Sala, en Kerala, están diseñados con jardines internos, canales de agua y habitaciones orientadas para la ventilación cruzada, en armonía con los principios del Vastu Shastra, que prioriza la luz natural y la orientación astronómica. De la misma manera, los ashrams, comunidades espirituales, están estructurados para favorecer la introspección, la simplicidad y la conexión con la naturaleza. La arquitectura, en este contexto, destaca el uso de materiales locales y la creación de ambientes que promueven calma, restauración y vínculo con lo sagrado.

Empatía y humanización: hospitales contemporáneos
En Occidente, históricamente marcado por la biomedicina, la sanación fue por mucho tiempo vista como la eliminación de la enfermedad. Sin embargo, en las últimas décadas, esta visión ha ido expandiéndose. La sanación se está convirtiendo en un proceso personal de bienestar, reconexión y sentido, así, hospitales y clínicas se rediseñan para incluir naturaleza, arte y acogimiento. En este contexto, profesionales de la arquitectura y la salud han mirado a tradiciones culturales como fuente de inspiración. Salas con luz natural, áreas verdes integradas, arte en las paredes, espacios para espiritualidad y silencio son hoy considerados parte del tratamiento.

El Centro Maggie en el Reino Unido, por ejemplo, es una red de centros de apoyo al cáncer con arquitectura firmada por grandes nombres como Zaha Hadid y Norman Foster. Cada unidad está pensada como un refugio acogedor, con jardines, iluminación suave, espacios abiertos y ambientes domésticos — una ruptura intencionada con la frialdad de los hospitales convencionales. Ya en Brasil, proyectos como el Hospital Sarah Kubitschek, en Brasilia, se destacan por el uso de espacios amplios, jardines internos y corredores con entrada de luz, mostrando que la arquitectura puede influir directamente en la recuperación de los pacientes.

Estas diferentes formas de ver y vivir el cuidado nos recuerdan que la sanación no está solo en los remedios o en las tecnologías. Está presente en los detalles del espacio, en la relación entre las personas, en la escucha atenta y en el respeto a las historias que cada cultura carga. Como se ha visto, en muchas tradiciones, curarse es, ante todo, restablecer vínculos — con la naturaleza, con los otros, con el interior y con lo sagrado. La arquitectura de los espacios de sanación, cuando es sensible a estos aspectos, se convierte en más que un refugio físico: se transforma en un territorio simbólico, donde el cuidado se convierte en materia.
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