La 19ª edición de la Bienal de Arquitectura de Venecia abrió oficialmente sus puertas al público el pasado 10 de mayo, convirtiéndose en un gran escenario internacional para conocer la actualidad de la arquitectura mundial y abrir conversaciones en torno a los desafíos que enfrenta hoy la disciplina, tanto los compartidos como los específicos de cada territorio. Bajo el lema de este año, "Intelligens. Natural. Artificial. Collective", la propuesta del curador general, el arquitecto italiano Carlo Ratti, invita a reflexionar sobre la interconexión de la arquitectura con otras disciplinas, como el arte, la inteligencia artificial y la tecnología, haciendo hincapié también en los territorios, los paisajes y, sobre todo, en las personas que habitamos y conformamos de manera colectiva nuestro entorno construido.
En este marco, las participaciones nacionales de los países latinoamericanos han contribuido a la muestra internacional con aportes contextualizados dentro de sus culturas e identidades locales. Argentina, Brasil, Chile, México, Perú y Uruguay fueron los países que representaron al continente centro y sudamericano en Venecia. Dentro de sus propuestas encontramos algunos temas compartidos entre estos seis países: la idea de que la arquitectura contemporánea debe volver a reconectarse de manera consciente con su territorio, y aprender de su historia para construir mejor en la actualidad. En esta misma línea, las instalaciones exploraron la resignificación de elementos locales y saberes ancestrales, adaptándolos a los desafíos y contextos contemporáneos.
Brasil y México centraron su exposición en una investigación de registro y mapeo minucioso de sus tierras, para poner en discusión el uso de tecnologías constructivas ancestrales en relación con la agricultura y el paisaje natural, indagando en cómo estas técnicas pueden ser adaptadas a los tiempos actuales. Por su parte, Uruguay, asumiendo que poco más de la mitad de su territorio está compuesto por agua, planteó la importancia de considerar este recurso como parte esencial de la historia, la cultura y el desarrollo del país. Perú y Argentina, por otro lado, presentaron en sus instalaciones la resignificación de un elemento único como la silobolsa —elemento representativo del campo argentino— y la totora, en el caso de Perú, planta ancestralmente utilizada para distintas construcciones. En ambos pabellones, estos elementos se emplazaron de manera protagónica, dando lugar a la evocación que generan. Finalmente, la participación de Chile cuestionó, a través de una mesa de trabajo reflectiva y reflexiva, las recientes discusiones en torno a las políticas de inteligencia artificial instauradas en el país.
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La inteligencia de lo que queda: sobre el archivo y el conocimiento arquitectónicoSiestario - Argentina
Al ingresar a Siestario, el Pabellón Argentino ubicado en el Arsenale de Venecia, el visitante se sumerge en un espacio de luz tenue y sonidos evocadores. En el centro, como protagonista indiscutido, se encuentra una gran bolsa inflada de color rosado que invita automáticamente a recostarse sobre ella. Se trata de una silo bolsa, un elemento utilizado en el campo argentino para el almacenamiento de granos —especialmente soja— que, además, representa la economía de exportación del país. En este contexto, la silo bolsa no solo opera como un gesto espacial, sino también temporal: una invitación a pausar y reflexionar en el recorrido de la Bienal.
De esta manera, los arquitectos Marco Zampieron y Juan Manuel Pachué logran descontextualizar este elemento característico, arraigado a una identidad nacional, resignificando su función y colocándolo en un espacio de crítica y cuestionamiento. El resultado es efectivo: los visitantes se sienten atraídos por la instalación, se suben a ella, descansan y se entregan a la experiencia, en medio de imágenes y sonidos que inducen una somnolencia onírica.
(re) invenção - Brasil
La exposición de Brasil, curada por Luciana Saboia, Eder Alencar y Matheus Seco —integrantes de Plano Coletivo—, se divide en dos salas donde se presenta una investigación sobre los aprendizajes extraídos de las tierras del Amazonas. El montaje establece un diálogo entre saberes ancestrales e infraestructura urbana contemporánea, a través de elementos expositivos que también conforman el sistema estructural de la muestra.
En la primera sala, recubierta con paneles de madera biodegradable, los mapas y documentos se despliegan sobre el suelo, evocando la relación directa de los pueblos indígenas del Amazonas con su territorio. En la segunda, una curaduría de proyectos de arquitectura e infraestructura urbana muestra cómo estos conocimientos tradicionales, profundamente ligados al territorio brasileño, se transforman en saberes colectivos capaces de adaptarse a proyectos contemporáneos, rescatando esta herencia.
Este equilibrio entre cultura local, territorio y desafíos actuales se manifiesta de forma casi literal a través de un montaje minimalista y preciso, compuesto por paneles verticales y una mesa suspendida de madera de reforestación, ambos conectados por cables de acero traccionados. El equilibrio se logra mediante contrapesos de piedra y un tubo metálico central que distribuye las fuerzas, haciendo de la mesa un elemento estructural que redefine la espacialidad de la sala.
Inteligencias Reflexivas - Chile
El Pabellón de Chile presenta una propuesta contundente: al ingresar a la sala, una mesa central —elemento expositivo principal— refleja sobre el agua una serie de videos, ensayos e imágenes que abordan un trabajo de archivo e investigación sobre el creciente rol del país en el desarrollo de la inteligencia artificial, los edificios de centros de datos y el impacto que todo esto genera en el territorio y, sobre todo, en sus habitantes.
Serena Dambrosio, Nicolás Díaz Bejarano y Linda Schilling Cuellar, arquitectos autores del pabellón, conciben la mesa no solo como un soporte físico, sino también como una alusión al recurso político de la "mesa de trabajo" utilizado por el gobierno chileno para introducir políticas y regulaciones en torno a la IA. En este caso, el uso del reflejo del agua invita al visitante a reflexionar sobre qué implica realmente este desarrollo tecnológico, cuestionando la exclusión de comunidades y factores ambientales en estos espacios de decisión. De esta manera, la mesa dentro del pabellón se convierte en un espacio propicio para fomentar un diálogo colectivo entre todos los actores fundamentales: arquitectos, investigadores, comunidades y tomadores de decisiones.
Chinampa Veneta - México
La experiencia de ingresar al Pabellón de México, ubicado en el Arsenale de la Bienal, es completamente inmersiva. La recreación de una chinampa —un sistema de cultivo milenario que consiste en formar plataformas de tierra sobre el agua hasta conformar pequeñas islas agrícolas— recibe al visitante capturando de inmediato la atención a través de su frondosa vegetación, el olor a tierra mojada y los sonidos del agua. La disposición del resto de la sala, donde también se espera que crezcan los vegetales, flores y hierbas medicinales plantados en la chinampa central, está organizada de tal manera que recrea los canales de Xochimilco, estableciendo además un paralelismo con la Venecia construida sobre el agua.
Con esta instalación, el equipo curatorial —compuesto por Estudio Ignacio Urquiza y Ana Paula de Alba, Estudio María Marín de Buen, ILWT, Locus, Lucio Usobiaga Hegewisch & Nathalia Muguet y Pedro&Juana— propone retomar estos sistemas tradicionales de agricultura en las chinampas para reflexionar sobre su adaptación en el presente como una respuesta sostenible, gracias a su sistema de autoirrigación, en un contexto de sequías y crisis climática global. Es también evidencia de un sistema colectivo entre lo natural y lo construido, así como del cuidado sostenido a lo largo del tiempo.
Andamio Vivo - Perú
El Pabellón de Perú, con Alex Hudtwalcker como curador principal y Sebastián Cillóniz, José Ignacio Beteta y Gianfranco Morales como curadores asociados, se presenta en el Arsenale de la Bienal con Andamio Vivo, una propuesta cuya protagonista es una estructura monumental construida en madera de totora. Esta instalación traslada a Venecia los saberes ancestrales de los pueblos Uros y Aimaras del lago Titicaca, quienes han utilizado la totora durante siglos para construir islas flotantes habitables, viviendas, embarcaciones y otros elementos esenciales para la vida en el lago.
A lo largo del tiempo, el perfeccionamiento de esta técnica milenaria incorporó otros componentes fundamentales —como cuerdas y troncos— que contribuyen a la estabilidad y flotación de las estructuras. Todo este conocimiento se materializa en una instalación que puede vivenciarse plenamente: los visitantes ingresan y recorren el andamio, explorando desde dentro su sistema constructivo.
Andamio Vivo pone en valor la precisión técnica y la vigencia de esta tradición, que en el contexto contemporáneo adquiere un nuevo significado vinculado a lo colectivo, la memoria material y la posibilidad de reactivar técnicas ancestrales como respuesta a los desafíos del presente.
53,86% Uruguay país agua - Uruguay
Curado por los arquitectos Ken Sei Fong y Katia Sei Fong, junto al artista visual Luis Sei Fong, el Pabellón de Uruguay explora la relación del país con su territorio marítimo, que representa algo más de la mitad de su superficie total. Ubicado en su propio edificio dentro de los Giardini de la Bienal, el pabellón presenta una instalación poética y musical: un cielorraso ondulado del que cuelgan piedras de amatista, desde las cuales caen gotas de agua que golpean recipientes metálicos en el suelo. Esta experiencia sensorial y sonora invita al visitante a pensar en el agua como un hilo que entreteje la memoria, la identidad y el desarrollo del país.
La instalación plantea una crítica al modelo global de gestión del agua, subrayando que, al tratarse de un recurso finito y cada vez más escaso, resulta fundamental establecer políticas y regulaciones para su preservación. En este contexto, la arquitectura desempeña un rol clave: no solo puede ofrecer soluciones innovadoras, sino también fomentar una planificación consciente en torno al agua en las ciudades y territorios, actuando como puente entre la forma en que habitamos y la manera en que gestionamos colectivamente este recurso vital.
La participación latinoamericana en la Bienal de Venecia 2025 revela que la arquitectura no es solo una disciplina proyectual, sino también una potente herramienta crítica y cultural. Cada pabellón ensaya desde su especificidad territorial e identidad local y cultural, una forma de resistencia, explorando saberes ancestrales, recursos naturales y tecnologías contemporáneas como formas de conocimiento colectivo para aprender del pasado y en efecto construir mejor hoy. En un contexto global atravesado por crisis ambientales, desigualdades y transformaciones tecnológicas, estos ejercicios arquitectónicos y de profunda reflexión construyen nuevas y reversionadas narrativas posibles, donde lo local ya no es intrínseco a ese contexto sino un conocimiento que se expande, se relaciona y se adapta a nuevas realidades compartidas.
